7. Análisis de la modernidad
Para nuestra autora, la modernidad aparece cuando el descubrimiento de América y Galileo desvelan los secretos del universo. Pero, curiosamente, ese desvelar los secretos del universo provoca como reacción la duda cartesiana y la ciencia físico-matemática que se convierte en el paradigma del conocimiento; estas matemáticas nos permiten conocer el mundo desde fuera, desde la perspectiva del universo, buscando las leyes del universo, de las que las leyes de la tierra no son más que un caso especial; el mundo no es ya lo que es común a los hombres, sino que queda rebajado. Se produce con ello una alienación del mundo, y una pérdida del lugar en el que el hombre deviene humano cuando actúa. Con ello perdemos también el lugar en el que aparecemos y nos revelamos. Es entonces cuando el trabajo se vuelve el único sentido de la vida humana y nace la moderna glorificación del trabajo. La esfera económica se come entonces a la esfera política, lo privado (los intereses privados) se confunde con lo público y es negado el espacio político donde los hombres libres -libres de la necesidad que le marca su propia subsistencia- se encuentran para actuar.
Es el advenimiento de la sociedad, de la sociedad de masas en la medida en que se ha perdido la individualidad y se ha limitado la vida a la producción y al consumo; una vez así alcanzada la glorificación teórica del trabajo y la trasformación de toda la sociedad en una sociedad de trabajo, será fácil la dominación de este animal laborans. La transformación y la alegría que en esta sociedad de masas proviene del trabajo es la forma de sumir a los humanos en el ciclo biológico de la Naturaleza, trabajar y consumir, cansarse y descansar, con la regularidad feliz y sin objetivo del día y la noche, la vida y la muerte. Y nótese que en el comercio del trabajo y del consumo, no se produce libertad, sino obediencia a lo prescrito por la técnica, por el cálculo, a las leyes de la producción. No será ya extraño entonces que esas mismas leyes alcancen al territorio que ahora llamamos erróneamente de la política, al lugar donde los políticos profesionales persiguen la producción del voto.
En esta moderna sociedad de masas, lo político se ha confundido con lo social y no queda lugar para una política autónoma e independiente de la economía, un mundo donde la necesidad, lo social, ha fagocitado a lo político y la única razón es ya la razón instrumental, donde el espacio público está copado por problemas de intereses privados cuyos promotores tratan de controlarlo para obtener más fácilmente sus propios beneficios. En este mundo -se apuntó- el hombre no puede hallar sentido, no puede orientarse acerca de cómo quiere vivir. Estamos ante el nuevo mal radical cuya finalidad es negar la espontaneidad y la libertad individual que se manifiesta en la acción humana.
En este mundo el hombre se halla solo (a pesar de estar al lado de otros) y eso facilita la dominación, para Arendt, lo contrario de la acción (pues ésta es la que instituye el poder, según nuestra autora). Y la dominación así facilitada permite que el totalitarismo imponga el terror, que sólo funciona con hombres aislados del mundo humano en el que ya no pueden manifestar sus inter-eses. Si el hombre está solo y no se manifiesta, no se revela, no hay tampoco quién lo reconozca. La dominación total reduce las diferencias entre los humanos a una pura identidad, y cuando se suprime toda referencia a lo humano, el individuo se ha vuelto superfluo. Por eso los campos de exterminio no son sino una culminación de este proceso. Y el asesinato en masa que se instituye en ellos, una consecuencia lógica.
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“Riera P. (2011). El pensamiento de Hannah Arendt, una visión global. IN. Revista Electrònica d’Investigació i Innovació Educativa i Socioeducativa, V. 2, n. 2, PAGINES 75-94. Consultado en http://www.in.uib.cat/pags/volumenes/vol2_num2/riera/index.html en (poner fecha)”