La educación infantil: una forma de apoyo social a las prácticas educativas familiare
El proceso de socialización se inicia en la familia y continúa y se complementa en la escuela. La primera infancia constituye el período más apto para la socialización, ya que es cuando la persona adquiere su primera identidad social y personal. La propia identidad se construye en un proceso de interacción social que tiene lugar fundamentalmente en el ámbito familiar. De manera que los primeros entornos sociales se convierten en fuertes predictores de la incipiente configuración del autoconcepto y del nivel de autoestima del niño pequeño (Alonso García y Román Sánchez, 2005).
Inmerso en este proceso de construcción, el niño llega a la escuela de educación infantil y pasa de ser un anexo de su familia, a ser visto y reconocido como él mismo, como una “persona” que existe separadamente de su núcleo familiar pero que no está constituida ni en su autonomía ni en su independencia y, lo más importante, este paso en la adquisición de su independencia no ha sido decisión suya. De ahí la importancia que la separación del entorno familiar sea bien vivida, que el niño se sienta seguro en relación a sus padres, que se le haga saber o sentir que no es “abandonado” en un entorno desconocido. Así la manera como haya vivido la separación de los padres influirá significativamente en su estado emocional, de forma que la ansiedad y los sentimientos de inseguridad harán disminuir su disponibilidad para investir otro entorno y acceder a nuevas experiencias. Si la separación ha podido ser vivida con la suficiente seguridad afectiva, el acceso al conocimiento y al mundo exterior le servirán como compensación a la ausencia o al sentimiento de pérdida del otro. Un clima de acogida y seguridad favorecerá la adquisición del conocimiento de sí mismo y la adquisición de los aprendizajes.
Convencidos de la importancia de las figuras de crianza, planteamos que la Escuela Infantil dirigida a la educación de los niños menores de seis años representa un apoyo social a la labor educativa de las familias. Hoy en día está cada vez más generalizada una concepción de la educación que va más allá de los aspectos instructivos y que coloca en primer plano la importancia de construir desde la educación un conjunto de valores, normas y actitudes que permitan convivir en el futuro (Delors, 1996).
De acuerdo con Vila (1995, 1998) para poder incidir desde el contexto escolar en la mejora de las prácticas educativas familiares es importante que la escuela y la familia mantengan canales de comunicación y relaciones de confianza y comprensión.
Como ya se ha insistido en apartados anteriores recibir durante la infancia un buen trato proporciona una óptima salud mental y física. El bienestar infantil debería ser la finalidad de cualquier modelo educativo ya sea en un contexto familiar como escolar. La Educación infantil a través de sus profesionales, de su currículum y de la organización de contextos educativos de calidad debe asegurar este bienestar. Barudy y Dantagnan (2005) coinciden con Brazelton y Cramer (1993) al señalar las necesidades básicas a satisfacer en las primeras edades.
En primer lugar estarían las necesidades fisiológicas que incluye permanecer vivo con buena salud, recibir comida en cantidad y calidad suficientes, vivir en condiciones adecuadas, estar protegidos de peligros reales, disponer de asistencia médica y vivir en un ambiente que permita una actividad física sana.
El niño tiene necesidad de estructuras, de normas bientratantes y éticamente aceptables si su finalidad es la convivencia, el respeto de los derechos humanos y la aceptación de la diferencia. Por último, hay que considerar la necesidad de valores. Los niños tienen derecho a creer en valores que les permitan sentirse parte de su cultura, son los valores que dan sentido ético al buen trato. Interiorizar las reglas sociales mediante valores positivos y significativos permite que los niños se sientan dignos, orgullosos y confiados en los adultos de su comunidad.
Por otra parte, no hay que olvidar la necesidad de mantener lazos afectivos seguros y continuos esto es, la necesidad de vínculos, de aceptación y de ser importante para el otro. También son importantes las necesidades cognitivas desarrolladas a través de la estimulación, la experimentación y el refuerzo que ofrecen los adultos. Las necesidades sociales se ven satisfechas a través de la comunicación, la consideración y el reconocimiento como personas válidas. Para existir como ser social es importante que el niño se represente como un valor para la sociedad, como una persona singular.
Copyright y todos los derechos reservados - ISSN: 1989-0966
Per citar l'article
“Mir, M., Batle, M. y Hernández, M.,( (2009). Contextos de colaboración familia-escuela durante la primera infancia. IN. Revista Electrònica d’Investigació i Innovació Educativa i Socioeducativa, V. 1 , n. 1, PAGINES 45-68. Consultado en http://www.in.uib.cat/pags/volumenes/vol1_num1/m-mir/index.html en (poner fecha)”