Contexto y contacto
Como se ha mencionado, los tres contextos de adquisición que abordaremos a continuación son los siguientes: la clase de lengua extranjera convencional, que puede generalmente describirse como un contexto de instrucción formal; el contexto de semi-inmersión, que supone la aplicación de fórmulas de aprendizaje integrado de contenidos y lengua extranjera (AICLE); y la inmersión en un contexto natural de adquisición por medio de una estancia en el país de la lengua meta.(17) Cada contexto de adquisición posibilita un mayor o menor grado de contacto con el idioma. El contexto tiene no sólo influencia en la cantidad de exposición a la lengua, sino también en la calidad y en el tipo de contacto que se produce. Conviene asimismo señalar que la disposición y habilidad del aprendiz para sacar el máximo partido de las oportunidades de contacto que se le presenten resultan también decisivas en el proceso de adquisición, tal y como sugieren Segalowitz y Freed (2004) en referencia al contexto de estancia en el extranjero.
El aula convencional de lengua extranjera
Al hablar de lengua extranjera, como se ha señalado, se hace referencia a contextos de aprendizaje en los que la lengua meta no cuenta con una presencia destacada en el entorno del aprendiz, que encuentra escasas ocasiones de utilizarla o estar expuesto a ella fuera del ámbito escolar. Su enseñanza como una asignatura más del currículo, mientras que el resto de asignaturas se imparten utilizando la L1 como lengua vehicular, se encuentra entre las denominadas forma ‘débiles’ de educación bilingüe (Baker, 2006). En este contexto de instrucción formal normalmente se hace hincapié en el aprendizaje de la lengua, más que en la adquisición de otros contenidos académicos. Tal y como señala Lotherington (2006, p. 711), la exposición a la L2 es limitada en este modelo y suele estar centrada en los aspectos formales de la lengua (form-focused) más que en el significado(18). El enfoque de enseñanza tiende a ser en consecuencia sólo parcialmente comunicativo y en general más centrado en las destrezas escritas que en las orales. Podría decirse que en este contexto se trabajan en cierta medida las destrezas lingüísticas sociales (BICS), con un lenguaje muy contextualizado que no requiere gran esfuerzo cognitivo, pero no habitualmente las académicas (CALP). Las clases no siempre se imparten enteramente en la lengua meta. Según un informe del Ministerio de Educación y Ciencia (2004), elaborado por el Instituto Nacional de Educación y Calidad del Sistema Educativo (INECSE) y referido a la educación secundaria obligatoria en España a partir de datos de 2001, sólo el 31% del profesorado de lengua inglesa afirma utilizar únicamente el inglés para impartir sus clases, mientras que el resto del profesorado recurre a la lengua materna del alumnado en mayor o menor medida. En algunos casos el uso del inglés se limita a la presentación y corrección de las actividades a realizar. Por otra parte, las condiciones en el aula no siempre hacen posible que los estudiantes la usen comunicativamente con frecuencia, si bien de acuerdo con el citado informe el 81% del profesorado afirma que anima al alumnado a comunicarse en inglés. En definitiva, en el aula tradicional el contacto con la lengua extranjera es limitado y la exposición poco intensa o a ‘goteo’ (drip-feed approach), ya que está bastante espaciada en el tiempo.
Como consecuencia de lo anteriormente expuesto, al no cumplirse en la medida deseable los requisitos de exposición y producción mencionados, el enriquecimiento por parte del alumnado también suele ser limitado (García Mayo y García Lecumberri, 2004; Muñoz, 2006). A modo de ejemplo, los resultados de un estudio realizado por el Consell Superior d’Avaluació de Catalunya, organismo dependiente del Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya, publicados en 2005 así lo confirman. El estudio se llevó a cabo a partir de una muestra de 100 centros con un total de 1935 alumnos de 2º de bachillerato. Las pruebas de competencia lingüística en las diferentes destrezas orales y escritas así como en gramática indican que la mayoría del alumnado no alcanza el nivel B1 del Marco Común de Referencia Europeo para las Lenguas(European Council, 2001) al acabar el bachillerato.(19) Dichos resultados se recogen en otro informe de la misma institución sobre el conocimiento de lenguas en Cataluña publicado en el 2006, donde se afirma además que el nivel de conocimiento de la lengua inglesa en Cataluña en los diferentes niveles educativos es muy similar al del resto de España.
En cuanto a los efectos de la instrucción formal se refiere, la observación empírica de que los aprendices de una L2 tanto en contextos naturales como formales producen errores similares y siguen una secuencia de desarrollo parecida llevó a cuestionar sus efectos sobre el aprendizaje, ya que los aprendices podrían estar siguiendo una secuencia de adquisición pre-establecida en sus mentes (built-in syllabus) sobre la cual la instrucción formal tendría escasos o nulos efectos (Long, 1983). No obstante, hoy en día parece claro que la instrucción tiene efectos sobre el aprendizaje de los numerosos hablantes de una L2 cuya habilidad deriva únicamente de la instrucción recibida en clase, suplementada en el mejor de los casos por algo de práctica fuera de ella (Littlewood, 2004). De hecho, los estudios que han comparado a los aprendices de lenguas segundas o extranjeras con exposición exclusivamente natural a la lengua con aquéllos que combinan el beneficio de la exposición natural y la instrucción formal otorgan la ventaja a estos últimos, lo cual indica que la instrucción tiene efectos positivos sobre el aprendizaje.
Si bien los beneficios de la instrucción formal parecen reales, la pregunta sigue siendo exactamente cómo la instrucción afecta el proceso de aprendizaje. Se trata de saber si afecta más bien al curso que toma el aprendizaje o a la rapidez del progreso, siguiendo éste un curso pre-determinado. También interesa discernir hasta qué punto es útil centrar la atención del alumnado de manera explícita en la forma lingüística. Asimismo es conveniente averiguar en qué medida la práctica de la lengua en situaciones controladas de aula habilita a los estudiantes no sólo para responder adecuadamente al estímulo del profesor sino para aplicar el conocimiento de una estructura determinada en una situación de uso espontáneo de la lengua pasado un tiempo de la instrucción formal. En definitiva, se trata de ver si la instrucción en el aula tiene efectos duraderos y aplicables fuera de ella.
Estudios realizados en el campo de la adquisición de lenguas segundas o extranjeras han dado respuesta a varias de las preguntas planteadas. Algunos investigadores han demostrado que la instrucción acelera el aprendizaje de una L2. Así, por ejemplo, Doughty y Varela (1998) proporcionaron a un grupo de aprendices instrucción sobre la formación de oraciones de relativo en un estadio en el que se les consideraba capacitados para adquirirlas. El resultado fue que dichos aprendices asimilaron las reglas de uso de los relativos más rápidamente que otros aprendices expuestos únicamente a input con múltiples ejemplos de este tipo de estructuras, pero sin instrucción formal al respecto. Por otra parte, estudios como el de Pienemann (1989), con aprendices de habla inglesa del alemán L2 a los que se enseñaba el orden canónico de las palabras en la oración en este idioma, demuestran que la instrucción puede acelerar el aprendizaje de la misma pero no hacer que los aprendices se salten los estadios naturales de desarrollo. La instrucción no modificaría, por tanto, el curso de la adquisición, al menos en determinadas áreas de la lengua. Otras áreas pueden ser más flexibles y enseñables en cualquier momento.
El aprendizaje integrado de contenidos y lengua extranjera (AICLE)
A partir sobre todo de la década de los noventa, el aprendizaje integrado de contenidos y lengua extranjera (AICLE) ha ido afianzándose en Europa como la mejor alternativa para intentar alcanzar el objetivo mencionado en la introducción de promocionar el multilingüismo entre la ciudadanía en la UE.(20) En este enfoque, materias curriculares como las ciencias naturales o sociales, por ejemplo, se enseñan utilizando la lengua extranjera como lengua vehicular de instrucción en el aula. Ello garantiza una mayor exposición a la lengua meta sin un aumento de las horas de escolarización. Según explica Pérez Vidal (2001), en la articulación de los principios educativos que inspiran los diversos programas AICLE en Europa se han contemplado no solamente la dimensión lingüística de los mismos (LANTIX), sino también las dimensiones de la cultura (CULTIX), el entorno (ENTIX), el contenido (CONTIX), y el aprendizaje (LEARNTIX), que a la vez se interrelacionan entre sí. El enfoque AICLE así visto puede contribuir a mejorar no sólo la competencia y sensibilidad lingüística del alumnado sino además a promover la comunicación intercultural y la integración europea, amén de diversificar las perspectivas con que se estudian los contenidos y desarrollar las estrategias de aprendizaje del alumnado, entre otros. Así pues las instituciones europeas han auspiciado la promoción de las lenguas como un componente esencial de la construcción de Europa. Destacan en este sentido los documentos elaborados por la Comisión de las Comunidades Europeas, el White Paper on Education and Training, Teaching and Learning. Towards the Learning Society (1995) y más recientemente (2003) su Plan de Acción 2004-06: Promoting Language Learning and Linguistic Diversity. Todo ello ha inspirado la aparición de múltiples experiencias AICLE a lo largo y ancho de Europa (Pérez Vidal y Campanale Grilloni, 2005, recogen algunos ejemplos), que a menudo han tomado por modelo la práctica y la investigación en educación bilingüe llevadas a cabo en Canadá y los Estados Unidos. Asimismo ha surgido una pléyade de proyectos financiados desde los años noventa hasta nuestros días (p. ej. ALPME, Advanced Level Programme Multilingual Education; DIESeLL, Distance Inset for Enhanced Second Language Learning; TIE-CLIL Translanguage in Europe – Content and Language Integrated Learning; TNP, Thematic Network Project; The CLIL Conpendium; BILD), que han supuesto la creación de un modelo europeo sólido de adquisición y didáctica de la lenguas a partir de las experiencias y conocimientos acumulados.
El contexto AICLE permite un mayor contacto con la lengua meta que el aula de lengua extranjera tradicional. Los programas AICLE hacen posible aumentar el número de horas de exposición al idioma así como la intensidad de dicha exposición. Es decir, se incrementan las horas de enseñanza en la lengua extranjera ofreciendo una exposición más concentrada al idioma sin añadir tiempo extra al período previsto de aprendizaje de la lengua meta. Otras fórmulas contemplan el aumento de horas de exposición, pero las reparten a lo largo de un período de tiempo superior, disminuyendo la cantidad de contacto semanal con la lengua extranjera. Ello suele ocurrir, por ejemplo, en los programas de introducción temprana de la lengua extranjera. En términos generales, los resultados de investigación indican que los modelos que promueven el incremento y a la vez la concentración de horas de contacto con la lengua meta proporcionan un mejor rendimiento (Collins et al., 1999). En el estado español en concreto, dos informes del Ministerio de Educación y Ciencia (2000; 2004) indican que los estudiantes que pasan más horas a la semana practicando la lengua inglesa, debido al incremento de las horas de instrucción y/o a la práctica fuera de horario escolar, muestran un mayor conocimiento del idioma que aquéllos cuyo contacto con la lengua es más limitado.
Por otra parte, el contexto AICLE posibilita el desarrollo de las destrezas de comunicación interpersonal (BICS) ya que se utiliza una metodología fundamentalmente comunicativa, donde la atención se centra en el significado más que en la forma y donde la interacción acostumbra a tener un papel destacado. Se suele dar importancia en consecuencia al lenguaje no sólo escrito sino oral. Los estudiantes formulan preguntas auténticas y se generan oportunidades de uso de la lengua en situaciones diversas. Asimismo se fomentan las destrezas académicas en la lengua meta (CALP). El desarrollo de estas últimas destrezas supone un reto para los estudiantes, que deben acostumbrarse gradualmente a un lenguaje relativamente descontextualizado y asumir tareas de creciente complejidad cognitiva, pero les permite familiarizarse con la terminología temática específica en la lengua meta, cosa que les prepara para sus estudios superiores y para la práctica profesional.
La evidencia existente demuestra que la combinación de exposición masiva a la lengua a través de la enseñanza de contenidos curriculares en una L2 en combinación con la instrucción centrada en la forma lingüística produce mayores beneficios que la exposición masiva a la L2 aisladamente. Buena parte de esta evidencia deriva de los estudios sobre los programas de inmersión en francés llevados a cabo en Canadá. Los estudiantes en estos programas reciben clases de contenidos curriculares utilizando el francés como lengua vehicular. Se trata de un contexto que promueve la adquisición implícita de la L2 a través de la instrucción basada en contenidos y de la interacción significativa, mientras que la instrucción formal explícita (es decir, la corrección de errores o la atención a los aspectos formales de la lengua meta) se deja prácticamente de lado. En este contexto, se vio que los estudiantes alcanzaban un elevado grado de fluidez en francés. Sin embargo, una mirada más atenta a ciertas cuestiones formales reveló que, a pesar de haberse convertido en comunicadores fluidos, los participantes no dominaban determinados aspectos de la gramática (p. ej. las oraciones condicionales o las formas y usos de los diferentes tiempos de pasado) (Harley y Swain, 1984). A partir de dichos resultados, se realizaron diversos estudios experimentales en los que se comparaba a grupos de aprendices a los que se les había enseñado explícitamente aspectos gramaticales concretos de la L2 con grupos de aprendices sin instrucción formal. La evidencia así obtenida demuestra claramente que la atención explícita a determinados aspectos formales de la lengua es beneficiosa y que las mejoras que genera son duraderas (Doughty y Williams, 1998; Spada, 1997). En un reciente estudio basado en la grabación de sesiones AICLE en tres centros catalanes, Pérez Vidal (2008) constata no obstante que los episodios de atención a los aspectos formales de la lengua meta son inexistentes en las muestras analizadas y sugiere su incorporación como complemento a las prácticas AICLE actuales, una recomendación que también hacen otros autores (p. ej. Lyster 2007).
Falta todavía mucho camino por recorrer en cuanto a la evaluación de los resultados del modelo AICLE se refiere. La investigación hasta la fecha es todavía relativamente escasa y se ha centrado en los efectos de este modelo en el dominio de la lengua meta y de la propia así como de los contenidos por parte de los aprendices. Se sabe muchos menos en cambio sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje y los usos lingüísticos que confluyen en el contexto AICLE, según apuntan Dalton-Puffer y Nikula (2006). De todos modos, la evidencia existente avala la efectividad del enfoque AICLE. Así, por ejemplo, Genesee (2004) comenta que la investigación en entornos diversos ha mostrado de manera consistente que los estudiantes en programas bilingües que hablan una lengua socialmente mayoritaria adquieren una competencia funcional significativamente más avanzada en la L2 que los estudiantes que reciben instrucción formal convencional. Coyle (2006, p. 11-12) igualmente hace balance positivo de la investigación sobre el contexto AICLE. En palabras de esta autora, dicho contexto reporta, entre otras, las siguientes ventajas: aumenta la competencia lingüística, la confianza y la independencia de los aprendices; incrementa su vocabulario y su consciencia gramatical; desarrolla las estrategias de aprendizaje y de solución de problemas, y genera actitudes positivas, motivación y consciencia cultural.
La estancia en el país de la lengua meta
La estancia en el país de la lengua meta proporciona un contexto de adquisición natural que favorece la interacción en la lengua extranjera, a menudo con hablantes nativos, en situaciones de uso real así como en su entorno cultural. Se trata, por tanto, de un contexto de inmersión que facilita no sólo un elevado grado de contacto con la lengua meta sino además input de calidad y con la intensidad necesaria para que la adquisición implícita e incidental de lengua tenga lugar.(21) La adquisición de lenguas extranjeras en contextos naturales de este tipo permite a los aprendices verificar las hipótesis que formulan acerca del funcionamiento de la lengua meta, practicar ampliamente sus destrezas, cosa que facilita la automatización del conocimiento (Anderson, 1993; DeKeyser, 2007), y contextualizar los aprendizajes de manera que resulten significativos para el aprendiz. En contraposición, el contexto de instrucción formal en el aula tradicional, como se ha comentado, proporciona input en pequeñas cantidades, escasa producción oral auténtica, y suele centrarse más en la forma gramatical, y por tanto en el aprendizaje explícito e intencional, que en el significado (DeKeyser, 1991). AICLE, por otra parte, supone un contexto de semi-inmersión, pero generalmente la exposición se limita al entorno escolar y, aunque se incrementan horas de contacto semanal con el idioma en relación con las del aula tradicional de lengua extranjera, el número de horas de exposición no es muy elevado ni el tipo de contacto muy variado.(22) En definitiva, la estancia aporta una exposición masiva a la lengua extranjera, en comparación con la clase convencional y la semi-inmersión, además de las condiciones para poder gestionar conversaciones auténticas con una variedad de hablantes, asumiendo roles sociales diferentes y en entornos sociales distintos (Kasper y Rose, 2002).
Durante la estancia en el extranjero tienden a mejorar las destrezas de comunicación interpersonal (BICS). La mejora de CALP, por otro lado, dependerá en gran medida de si el estudiante realiza o no actividades académicas en la lengua meta durante la misma. Conviene señalar que los beneficios de la estancia van más allá de la mejora de la competencia lingüística. Estudiar en el país de la lengua meta supone adicionalmente una experiencia vivencial que promueve el entendimiento intercultural.
La estancia constituye un contexto especialmente rico y complejo para el investigador de segundas lenguas. Por una parte, la concentración de tiempo que los aprendices disfrutan en la comunidad de habla de la lengua meta potencialmente puede conducir a ganancias lingüísticas significativas y genera en consecuencia altas expectativas. Por otra, las diferencias individuales previas a la estancia interactúan de maneras complejas y se ven a su vez afectadas por el nuevo contexto, como apuntan Churchill y Dufon (2006). Entre las diferencias individuales que condicionan los beneficios potenciales de la estancia destaca el nivel de competencia en la L2 del aprendiz. Según DeKeyser (2007), los estudiantes que tienen ya un conocimiento funcional de la gramática de la L2, cosa esperable a partir de un nivel intermedio, serían los principales candidatos beneficiarse de la práctica en el país de la lengua meta que les permitiría, como se ha comentado, automatizar los conocimientos previamente adquiridos. Otro factor a tener en cuenta es la habilidad y la disposición del aprendiz para sacar el máximo provecho de las oportunidades de contacto y de interacción en la lengua meta que toda estancia propicia (Juan Garau y Pérez Vidal, 2007a). Las diferencias individuales en cuanto a actitudes y motivación de los aprendices son también cruciales y su influencia se deja sentir en los resultados de aprendizaje de la estancia (Juan Garau y Pérez Vidal, 2007b; Juan, Prieto y Salazar, 2008).
La adquisición de una lengua extranjera en el contexto estancia ha sido comparada a su aprendizaje por medio de la instrucción formal en el propio país (p. ej. Collentine y Freed, 2004). Los resultados de investigación no son hasta la fecha concluyentes ni generalizables a todos los estudiantes, niveles de lengua, y destrezas lingüísticas (DeKeyser, 2007). Con todo, la competencia oral es claramente el área que socialmente genera una mayor expectativa de mejora y que a la vez recoge mayores ganancias según los estudios realizados (ver, p. ej., Mora 2008, Juan Garau y Pérez Vidal, 2007a, 2007b). Destacan sobre todos los beneficios en cuanto a la fluidez, si bien otras áreas como la corrección, la complejidad, o la pronunciación también registran mejoras en algunas de las investigaciones llevadas a cabo. Otras dimensiones lingüísticas como la escritura, la lectura, la gramática, y el vocabulario han sido menos estudiadas (ver, p. ej., Juan, Prieto y Salazar, 2008; Pérez Vidal y Juan Garau, 2007).
17. Dos proyectos I+D financiados por el Ministerio de Educación y Ciencia , los proyectos VALAL (2001-2004) y SALA (2004-2007), liderados por las Dras. Mª Teresa Turell y Carmen Pérez Vidal respectivamente y en los cuales han participado investigadores de la Universitat de les Illes Balears (UIB), han estudiado los contextos de instrucción formal y de estancia en el país de la lengua meta con alumnado de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Un tercer proyecto de investigación conjunto UPF-UIB, el proyecto COLE (2007-2010; ref. HUM2007-66053-C02-02), liderado por las Dras. Pérez Vidal y M. Juan Garau y coordinado por la primera de ellas, tiene como objetivo ampliar los estudios anteriores con la adición del contexto AICLE, que se investiga en la educación secundaria y universitaria.
18. Ellis (2001) define la instrucción centrada en la forma (form-focused instruction) como un tipo de instrucción formal en el cual se intenta llamar la atención de los aprendices sobre la forma lingüística. Se suele trazar una distinción entre lo que en inglés se denomina focus-on-forms y focus-on-form (Long, 1991). El primer término hace referencia al aislamiento de formas lingüísticas para enseñarlas una a una en el marco de un programa estructural. El segundo, en cambio, persigue llamar la atención de los aprendices sobre una determinada estructura lingüística en el contexto de una actividad comunicativa y significativa.
19. La nota media del alumnado es del 56,2% de aciertos, mientras que la nota de corte para superar la prueba utilizada se situaría en el 65%.
20. Conviene señalar que existe una considerable variedad de modelos AICLE en Europa (ver, p. ej. Baetens Beadsmore, 1993; Grenfell, 2002) adaptados a las necesidades específicas de cada entorno educativo, pero que comparten unos rasgos definitorios comunes.
21. El aprendizaje ‘implícito’ de lenguas se opone al aprendizaje ‘explícito’. En palabras de Hulstijn (2005, p. 131): “Explicit learning is input processing with the conscious intention to find out whether the input information contains regularities and, if so, to work out the concepts and rules with which these regularities can be captured. Implicit learning is input processing without such an intention, taking place unconsciously”. De modo similar, se establece un contraste entre el aprendizaje incidental e intencional. El primero se refiere al hecho de que el aprendiz capte información acerca del funcionamiento del sistema lingüístico de la lengua meta sin pretenderlo, de manera no intencional, mientras que en el segundo caso el aprendiz sabe que con posterioridad a la realización de una tarea de aprendizaje se le pedirá que retenga un tipo de información concreta (Hulstijn, 2005, p. 132).
22. Los mismos actos de habla académicos tienden a repetirse, al igual que ocurre con los roles sociales de los participantes. El entorno en el que tiene lugar la comunicación tampoco varía.
Copyright y todos los derechos reservados - ISSN: 1989-0966
Per citar l’article
“Juan, M. (2008). Contexto y contacto en el aprendizaje de lenguas extranjeras. IN. Revista Electrònica d’Investigació i Innovació Educativa i Socioeducativa, V. 1, n. 0, PAGINES 47-66. Consultado en http://www.in.uib.cat/pags/volumenes/vol1_num0/maria_garau/index.html de l’article en (posar data)”